Seguridad a toda costa, la gran apuesta del sector financiero que está a punto de cambiar.
¿Es usted quien dice ser?
La biometría del comportamiento está a punto de cambiar nuestra relación con bancos, empresas y toda aquella entidad que requiera la verificación de identidad de sus usuarios.
La velocidad y forma en la que se escribe en un teclado, la presión ejercida en la pantalla táctil, la forma en la que se mueve el mouse o el patrón de navegación en una aplicación; son suficientes para determinar que la persona es quien dice ser, evitando la posibilidad de fraude o robo de identidad.
La banca y autoridades financieras de nuestro país han trabajado por más de tres años en lograr disminuir el fraude bancario derivado del robo o usurpación de identidad, la solución más inmediata fue la implementación de biometría dactilar en los bancos para nuevos usuarios. Sin embargo, una accidentada implementación, prórrogas para la puesta en marcha, y zonas grises en el uso y salvaguarda de dichas bases de datos, son solo la punta del iceberg al momento de tratar de garantizar la seguridad del usuario y de las propias instituciones financieras en todo el mundo.
Si bien la Circular Única de Bancos (CUB) exige de manera obligatoria el registro de datos biométricos para la apertura de nuevas cuentas, es cierto que existen muchas otras biometrías que deberían implementarse no solo para los nuevos usuarios, sino para los más de 51 millones de usuarios de la banca por internet que existen actualmente, según datos de la Asociación de Bancos de México (ABM) y para los 17 millones de usuarios que usan la banca a través de una app, entre algunas de las más conocidas existen la biometría facial, popularizada por su uso en teléfonos inteligentes, biometría dactilar, biometría de voz y la biometría de retina.
Por otro lado, la pandemia del COVID-19 obligó a muchos usuarios de la banca tradicional a migrar o hacer uso forzado de la banca digital y experimentar en muchos casos, por primera vez, la banca en línea y su ventaja frente a la banca tradicional. Muchos de ellos son usuarios de edad avanzada que muestran una gran reticencia a todos los canales digitales y prefieren visitar presencialmente las sucursales.
El riesgo sanitario trajo consigo un incremento en el número de usuarios de banca por internet y banca móvil a través de aplicaciones bancarias, en menor uso de efectivo y familiaridad con la cultura digital, un efecto secundario de bancarización que durante años se ha promovido, y que ahora por circunstancias sanitarias, se adoptó y seguirá creciendo su aceptación.
Pero a toda acción corresponde una reacción y el número de fraudes bancarios también aumentó con el pretexto de la pandemia. Novedosas formas de fraude aparecieron, y la lucha contra los hackers y defraudadores digitales continúa cada día con niveles de sofisticación y tecnología de por medio que dificulta erradicar este problema. Sin embargo, los bancos y en general cualquier entidad del ecosistema financiero, digital o de servicio que requiera la autenticación de sus usuarios para comprobar que efectivamente el usuario es quien dice ser, debería estar acompañado de una nueva forma de biometría que no solo identifica al usuario, sino que, además, verifica en tiempo real que durante toda la sesión de uso de los servicios financieros siga siendo el usuario que ingresó. Esta biometría se conoce como Biometría del comportamiento.
La biometría del comportamiento se ocupa de cualquier patrón de comportamiento que sea específico del usuario y está ligado a cómo andamos, cómo nos movemos o cómo escribimos, es decir, a cualquier patrón o “ritmo” que genera un patrón único e irrepetible para cada persona. La forma en la que utilizamos el teclado, la velocidad y presión con la escribimos, el patrón de navegación a través de la aplicación y otros comportamientos generan la biometría de comportamiento.
No solo es indispensable que los bancos garanticen el ingreso a los servicios financieros mediante biometría, también es primordial que se monitoree todo el tiempo lo que el usuario hace y solicita durante su sesión activa con el banco, para evitar que sea otra persona la que haga uso de la sesión una vez que se ingresa a ella.
A diferencia de otras biometrías que requieren hardware y software especial, por el contrario, la biometría del comportamiento, recopila patrones e información del entorno para evitar el fraude bancario desde el inicio de la sesión mediante la detección de anomalías en el comportamiento contextual y biométrico de los usuarios, para validar durante toda la sesión que el usuario sea quien dice ser y no esté siendo manipulado, para evitar el fraude online en sus múltiples tipos; todo ello sin fricciones para el usuario.
Nunca se había vuelto tan prioritario identificar a los usuarios y que los usuarios se sientan con la seguridad de que su identidad está siendo validada para evitar fraudes y robo de identidad. La carrera contra el fraude bancario sigue, y los defraudadores encontrarán tarde o temprano la forma de vulnerar los canales de acceso a los servicios financieros. Sin embargo, la biometría ofrece canales claros y contundentes para frenar la usurpación de identidad.
Nunca se había vuelto tan prioritario identificar a los usuarios y que los usuarios se sientan con la seguridad de que su identidad está siendo validada para evitar fraudes y robo de identidad. La carrera contra el fraude bancario sigue, y los defraudadores encontrarán tarde o temprano la forma de vulnerar los canales de acceso a los servicios financieros. Sin embargo, la biometría ofrece canales claros y contundentes para frenar la usurpación de identidad.